lundi 23 janvier 2017

Martes de la 3a semana ordinaria A: Extender sus horizontes...



Lectures : 1ère lecture : He 10, 1-10
                Évangile: Mc 3, 1-35

Queridos hermanos y hermanas,

La familia es la primera comunidad de vida, el primer ambiente donde el hombre puede aprender a vivir y a sentirse amado por los padres, hermanos y hermanas. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen ser humano e un buen cristiano.

Pero a pesar de sus beneficios, los vínculos  familiares pueden también aislarnos. Hoy, vemos a Jesús rodeado por una multitud de gente del pueblo. Sus familiares más próximos han llegado desde Nazaret. Vienen para Él. No quieren juntarse con esta muchedumbre que está escuchando sus enseñanzas. Por eso no entran en casa donde Jesús está enseñando, sino que desde fuera lo quieren hacer salir.

En la respuesta de Jesús, como lo podemos ver, no hay ningún motivo de rechazo hacia sus familiares. Jesús se había apartado de ellos, no por desprecio de los vínculos familiares, sino que quiere desaislarse de este vínculo estrecho para alargar sus horizontes y vivir una relación más amplia.

No es que Jesús quiera negar la afinidad con su mamá y sus hermanos que lo buscaban. Lo que trata de enfatizar Jesús es el vínculo que lo une con todos, el mismo que debe unirnos y que debe ser por encima de todo otro vínculo. Este nuevo vinculación transciende los lazos puramente familiares y hace que la relación más genuina con Él ya no consiste en pertenecer a la misma carne y llevar la misma sangre, sino en la adhesión del que acepta como norma de la propia vida la palabra de Dios. Esta adhesión a Cristo exige progresivas renuncias, rupturas, cambios rotundos de mentalidad.

Toda su vida, Jesús no se dejó someter por los convencionalismos sociales, tribales, étnicos, sino que actuó con entera libertad en sus relaciones con los hombres y mujeres de su tiempo. Jesús fue totalmente libre ante los valores materiales. Valoró sin duda los vínculos familiares, pero no se dejó condicionar por ellos especialmente cuando estos entraban en conflicto con las situaciones muy excepcionales en que hay que romper incluso con los mayores amores familiares por el servicio del Reino de Dios.

En esta semana de oración por la unidad de los cristianos, roguemos por nuestra unidad, nuestro apoyo mutuo, nuestro sentido común de pertenecer a un solo padre. Recemos de manera especial por nuestros hermanos que, por razones diversas, se sienten excluidos de la Iglesia, con el fin de que todos pudiéramos darnos cuenta de que somos totalmente miembros efectivos de la gran familia de Dios.

Sébastien Bangandu, a.a.

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